Ver esta comparativa gráfica de Halo: Campaign Evolved ha sido una experiencia fascinante, pero también un poco agridulce. Ver el clásico de 2001 renacer con Unreal Engine es, sin duda, un espectáculo visual. Los gráficos son impresionantes, los detalles —como los gusanos de los Hunters retorciéndose tras un disparo— añaden un nivel de realismo que antes no existía, y es evidente que el equipo ha puesto mucho cariño en modernizar cada rincón del juego. Sin embargo, hay algo que choca, aunque el remake es técnicamente superior, la esencia del original a veces se pierde en el camino.
En Halo: Combat Evolved Anniversary, muchos criticaron que los niveles eran demasiado brillantes, perdiendo ese toque opresivo y misterioso que hacía único al juego original. Aquí, en cambio, han oscurecido los escenarios, dándoles un aire más siniestro y atmosférico que encaja mejor con el tono de la historia. Es un cambio que se agradece, porque el miedo a lo desconocido siempre fue parte de la magia de Halo. Pero, por otro lado, hay detalles que resultan extraños, como el respiradero de la pistola de plasma, que ahora dirige el calor hacia tu cara en lugar de alejarlo, algo que rompe un poco la inmersión.
Fidelidad gráfica vs. esencia del juego
El problema más grande, sin embargo, no son los pequeños errores, sino la sensación de que algo no encaja del todo. Sí, los gráficos son espectaculares, pero en algunos momentos —como en el clip del minuto 3:33— se nota que la atmósfera del original se ha perdido. Los escenarios, aunque más detallados, a veces parecen demasiado pulidos, demasiado «nuevos», y eso choca con el diseño más orgánico y envejecido de Combat Evolved. La arquitectura Forerunner, por ejemplo, ya no tiene ese aire antiguo y misterioso, sino que parece sacada directamente de Halo Infinite. Es como si, en el afán por modernizar, hubieran perdido parte de la identidad visual que hacía único al juego.
Lo mismo ocurre con algunas armas. Aunque están mejor modeladas, no terminan de encajar con la estética original. La pistola de plasma, el MA40, e incluso el diseño de los Covenants tienen un estilo que, en ocasiones, se siente más cercano a los Halo modernos que al clásico de 2001. Y eso es un problema, porque Halo: Combat Evolved no era solo un juego, sino una experiencia cohesionada, donde cada elemento —desde los colores hasta la arquitectura— estaba pensado para crear una atmósfera única.
No quiero sonar como si no me gustara lo que he visto. De hecho, el juego se ve increíble, y hay momentos en los que realmente captura la magia del original. Pero hay una sensación de que, en su intento por impresionar con gráficos de última generación, han sacrificado parte de lo que hacía especial a Halo: CE. La paleta de colores, por ejemplo, era más sobria y realista en el original, mientras que aquí a veces parece demasiado saturada, casi como si estuvieran tratando de forzar un estilo que no le pertenece.
