Look Outside es, sin exagerar, uno de esos raros juegos que recuerdan por qué merece la pena rebuscar entre indies rarísimos de Steam. A simple vista parece «otro RPGMaker feote», pero en cuanto pasan un par de días in‑game te das cuenta de que lo que tienes delante es una pequeña maravilla enfermiza: un survival horror lovecraftiano, extremadamente incómodo, pero también sorprendentemente tierno y muy, muy gracioso a su manera.
Encarnamos a Sam, un joven solitario encerrado en su piso mugriento mientras, ahí fuera, ha aparecido «algo» en el cielo cuya luz está mutando todo lo vivo. No sabemos si es un cometa, un artefacto alienígena o directamente una entidad cósmica incomprensible, solo que cualquiera que se expone a esa luz sufre transformaciones grotescas y violentas: plantas, animales, personas… nadie se salva.
El juego arranca con una premisa sencillísima, pero potentísima: tu vecina —que solo se comunica contigo a través de un agujero en la pared— te avisa de que no mires por la ventana. Tienes 15 días. ¿Quince días para qué? No está claro. La respuesta está en explorar el edificio, hablar con tus vecinos deformes y encadenar pequeñas pistas, favores y decisiones que van empujando ese reloj hacia uno u otro desenlace.
Lo interesante de Look Outside es que usa ese marco lovecraftiano (la luz que corrompe todo, la imposibilidad de comprender del todo la naturaleza del fenómeno) no tanto para contarte «la historia del ente cósmico», sino para radiografiar a la gente que vive atrapada con él: vecinos traumatizados, personajes que han abrazado su mutación como algo casi liberador, otros que simplemente intentan aferrarse a las pocas rutinas que les quedan. Entre conversación y conversación, el juego va soltando pequeños detalles de worldbuilding que reconstruyen la caída del mundo exterior sin necesidad de sacarte nunca del edificio.
Todo el tono recuerda muchísimo a un The Colour Out of Space pasado por el filtro de un RPGMaker moderno y con bastante mala leche. La amenaza cósmica está ahí, omnipresente, pero lo que te engancha de verdad son las historias personales y la forma en que esa luz destroza —o deforma— vidas concretas.
Apartado técnico
Look Outside es un juego feo. Deliberadamente feo. Sam es feo, su apartamento es una pocilga, y sus vecinos son auténticos monstruos de carne y hueso, no tanto por diseño, sino por lo incómodo de verlos y, peor aún, escucharlos. Es un horror corporal cochambroso, más cercano a un fanzine malsano que a algo pulido. Esa fealdad funciona por dos motivos:
- Esta pensada para reforzar la sensación de incomodidad constante. No hay consuelo visual, ni personajes chulos, ni decorado agradable. Todo es sucio, pegajoso, malsano.
- Marca identidad. Dentro del mar de este tipo de géneros clónicos, Look Outside tiene una personalidad visual que se te queda grabada. No es bonito, pero es distintivo.
El juego entra de lleno en el body horror y no se corta con escenas asquerosas, descripciones desagradables y sprites que, literalmente, dan grimilla. Pero lo que lo salva de convertirse en una experiencia simplemente sádica es el humor negro constante: chistes absurdos, situaciones ridículas, personajes que reaccionan a la tragedia con una mezcla de resignación y chiste malo. Esa combinación de repulsión y risa nerviosa es uno de sus grandes aciertos: rara vez te sientes cómodo, pero tampoco te machaca con solemnidad.
A nivel técnico hay poco que reprocharle, lo mueve cualquier PC modesto y hasta una tostadora si hace falta. Así que rinde bien en casi cualquier configuración, menos en Steam Deck que de momento no tiene el sello de verificado y solo es «jugable».
Ah, una cosa, olvídate de textos en español, todo viene en inglés, así que si el idioma es una barrera de entrada para ti, huye de este juego.
Jugabilidad
Vayamos por partes, lo que más me ha gustado es el Sistema de días y estructura. La cuenta atrás de 15 días es la columna vertebral de Look Outside. Cada día es una pequeña ventana de tiempo en la que decides:
- A qué vecino visitas.
- Qué interacción o evento intentas disparar.
- Qué recursos gastas o reservas.
- Qué riesgos asumes.
Ese límite temporal convierte el edificio en una especie de puzzle social y narrativo ya que no vas a ver todo en una sola partida, y el juego se apoya precisamente en eso para empujarte a rejugar. Hay rutas de aliados que exigen estar en el lugar adecuado en el momento justo, eventos que solo pueden activarse si antes has resuelto otra situación concreta, y cadenas de favores que se cruzan entre sí.
A efectos prácticos, Look Outside funciona casi como una «visual novel enfermiza» mezclada con survival ligero en donde vas optimizando tus días, probando elecciones distintas para ver cómo afectan al estado de tus vecinos, a tu propio cuerpo y a las posibles salidas de ese apartamento maldito. De hecho, jugablemente, el parentesco con Fear & Hunger es clarísimo:
- Exploración de espacios cerrados hostiles.
- Combates y situaciones donde puedes perder más de lo que ganas.
- Sensación continua de vulnerabilidad, tanto física como mental.
La gran diferencia es que Look Outside se permite reírse de sí mismo. Donde Fear & Hunger es un pozo de desesperación sin escapatoria, aquí hay espacio para el chiste macabro, el diálogo absurdo, la situación tan ridícula que no puedes evitar sonreír aunque lo que esté en pantalla sea algo vomitivo.
A eso se suman secretos por todas partes: habitaciones, interacciones ocultas, rutas solo visibles si estás atento a pequeños detalles o si experimentas con objetos y decisiones. Encuentros aleatorizados y eventos que no saltan siempre en la misma partida, lo que cambia el ritmo de cada ida. Aliados peculiares que, según cómo los trates (o cómo evolucionen sus mutaciones), pueden abrir o cerrar caminos. Varios finales, con sus respectivos «true endings», que exigen entender bien las reglas del mundo y exprimir las posibilidades de la cuenta atrás.
Es, en el mejor sentido, un juego que empieza como algo aparentemente pequeño y termina desdoblándose en un montón de ramificaciones que solo se aprecian cuando vuelves a él sabiendo “demasiado”. Ahí es donde realmente brilla: cuando dejas de jugar solo para «sobrevivir 15 días» y empiezas a jugar para ver qué pasa si fuerzas al máximo ciertas decisiones.
Duración
Look Outside vive de sus finales alternativos, sus secretos y eventos ocultos, la experimentación con el límite de 15 días y el volver a hablar con los mismos vecinos, sabiendo ahora qué les espera o qué puedes cambiar. Puedes imaginar que es un juego muy rejugable, te llevará muchas horas poder completarlo, o al menos si quieres verlo todo, claro está. Calculo que la primera partida estaría entre las 10 y 18 horas, por eso de que no sabes absolutamente nada…
Es uno de esos juegos que, cuando lo terminas por primera vez, sientes que apenas has visto una cara del dado. Y, como te pasó a ti, tiene ese sabor de «me lo recomendó Steam un día al azar y ha sido de lo mejor que he tocado en años». Es, en esencia, el ejemplo perfecto de por qué merece la pena no despreciar a primera vista los feos.
¿Merece la pena jugarlo?
Si Fear & Hunger te atrapó por su crudeza, si te gusta el horror cósmico al estilo The Colour Out of Space y si disfrutas rebuscando finales alternativos y rutas ocultas, Look Outside es carne de obsesión. Es desagradable, incómodo, sorprendentemente emotivo y, por encima de todo, único. Así que sí: en este caso, hazle caso al aviso del título, pero al revés. Hazle un favor a tu yo enfermo de indies raros y, de verdad… (Don’t) Look Outside.
Uno de los grandes logros de Look Outside es que sus monstruos no son solo carne deformada: son personas. Muchos de los vecinos, por grotescos que sean, resultan trágicos. Conocer su historia, entender cómo han llegado a ese estado (y cómo lo llevan), consigue que algunas escenas te revuelvan por dentro de verdad. No es solo shock visual: hay tristeza, culpa, resignación.
Y aun así, el juego nunca se queda enganchado en la autocompasión. Cada vez que se acerca demasiado al drama puro, lo rompe con un comentario absurdo, un gag visual, una decisión de diseño que te recuerda que también estás en una especie de comedia negra cosmológica. El equilibrio no es perfecto, hay momentos que pueden resultar demasiado raros para algunos, pero en conjunto funciona: terminas riéndote con cosas con las que no deberías reírte, y ese conflicto interno es muy lovecraftiano a su manera.






