El nuevo título de Team Ninja no solo llega para poner a prueba tus reflejos, sino que además se ha convertido en el escaparate perfecto para lucir lo que puede hacer la consola mejorada de Sony. Mientras que en la PS5 estándar el juego ya corre como un tiro con tres modos gráficos diferentes, la versión Pro se lleva el gato al agua con un Modo Pro exclusivo que combina 60 fps estables, resolución nativa 1440p y un nivel de detalle que hace que cada corte de katana se sienta casi real. Eso sí, no es oro todo lo que reluce, si no tienes una pantalla que aguante el tipo, te perderás parte del espectáculo.
Pero vayamos al grano, ¿qué pinta mejor, la tecnología de escalado de AMD (FSR) de la PS5 clásica o la PSSR que ha cocinado Sony para su Pro? Aquí no hay color. La PSSR le da un repaso a la competencia en nitidez, sobre todo cuando la pantalla se llena de enemigos, efectos de luz y ese caos controlado que define a la saga. Eso sí, que nadie se lleve a engaño ya que aunque la Pro gana por goleada en brillo visual, la PS5 estándar sigue dando guerra con su Modo Rendimiento, que mantiene el tipo a 60 fps sin ahogarse. La optimización está tan pulida que hasta en los momentos más frenéticos (como esquivar el ataque de un jefe mientras saltas entre edificios en un Tokio ciberpunk) la consola aguanta bien.
El salto técnico que justifica (o no) el upgrade
Si te estás preguntando si merece la pena el salto a PS5 Pro solo por Ninja Gaiden 4, la respuesta es… depende. El Modo Pro es una delicia para los que buscan lo mejor de ambos mundos: gráficos de infarto y fluidez de escándalo. Pero ojo, porque si en tu setup el 4K brilla por su ausencia, la diferencia no te va a volar la cabeza. Eso sí, donde sí que notas el plus de la Pro es en los detalles como texturas más limpias, sombras mejor trabajadas y un anti-aliasing que hace que los bordes no parezcan sacados de un juego de PS3. Team Ninja y PlatinumGames han clavado la ambientación, con un Tokio futurista que chispea neon por cada rincón, pero es en la Pro donde ese mundo cobra vida de verdad.
Y no todo es cuestion de fps y píxeles. El juego sigue la tradición de la saga a rajatabla con un combate brutal, jefes que te harán sudar sangre y un nivel de precisión que exige dedicación. Eso sí, esta vez con un toque fresco: el protagonista es Yakumo, un miembro del clan Cuervo que viene a revolucionar el estilo de juego, aunque Ryu Hayabusa sigue ahí para los puristas. La mezcla de mecánicas clásicas con toques modernos como el sistema de combate más dinámico, demuestra que la franquicia no se ha quedado anclada en el pasado. Eso sí, prepárate para morir. Mucho. Como manda la tradición.
