Ayer os estuve hablando de un shooter de extracción que se coló por la puerta de atrás para robarle todo el protagonismo a la mayhoría de titanes que están saliendo estas semanas: Escape From Duckov, el juego de Team Soda y bilibili, ha arrasado en Steam con más de 500.000 copias vendidas en solo tres días. Y no es para menos, con 175.832 jugadores concurrentes (y subiendo), este título ha demostrado que no hace falta ser un triple A para hacer ruido. Eso sí, si esperabas un Escape From Tarkov con plumas, te llevarás una sorpresa: aquí no hay PvP traicionero, sino puro PvE con un toque de farming y construcción que recuerda más a un survival con estilo.
La premisa es tan absurda como adictiva: empiezas como un pato normal y corriente (sí, un pato de los de toda la vida) y acabas recorriendo cinco mapas distintos, saqueando recursos, esquivando enemigos y mejorando tu base como si fuera el Animal Crossing de los shooters. Con el tiempo, desbloquearás habilidades, planos para craftear armas y equipo, y hasta una historia sobre la misteriosa «verdad de Duckov» (que, seamos honestos, a nadie le importa demasiado, pero ahí está). Lo mejor: más de 50 horas de contenido y la promesa de actualizaciones futuras. Vamos, que si te gustan los juegos que mezclan acción, progresión y una pizca de locura, este es tu momento. ¡Y sin microtransacciones de plumas doradas!
¿Por qué Escape From Duckov está triunfando?
La clave del éxito de Duckov es sencilla: es fresco, es adictivo y no se toma en serio. Mientras otros shooters de extracción te exigen horas de grind y un skill ceiling inalcanzable, este juego te permite entrar como un pato torpe y salir como un mercenario emplumado sin necesidad de sudar sangre. Eso sí, que no te engañe su aspecto «adorable» porque bajo esa capa de humor absurdo hay un sistema de progresión sólido, combate satisfactorio y una comunidad que no para de crecer.
Team Soda ha demostrado que, a veces, lo que la gente quiere es algo diferente, aunque sea disparar a enemigos con un pico y construir un nido fortificado. Y los números no mienten, las cosas como son.
