La guerra comercial entre EE.UU. y China sigue escalando, y las grandes tecnológicas ya están moviendo fichas. Microsoft, según desvela Nikkei, planea sacar la producción de sus dispositivos Surface y servidores de centros de datos de China a partir de 2026. No es un cambio improvisado: la compañía lleva tiempo reduciendo su dependencia del gigante asiático, y ahora acelerará el proceso para incluir componentes, ensamblaje y hasta hardware de futuros modelos. Incluso las consolas Xbox ya están encontrando nuevos hogares fuera de las fronteras chinas. Un movimiento que, más que preventivo, suena a «mejor curarse en salud» ante el clima de incertidumbre.
El detonante de esta decisión no podría ser más claro: hace apenas unos días, el presidente Trump amenazó a China con aranceles del 100% y un endurecimiento de los controles de exportación de software. Pero el tema va más allá de las declaraciones. Ambos países ya han empezado a aplicarse nuevas tasas portuarias, y Pekín no se ha quedado atrás dado que la semana pasada apretó las tuercas en las exportaciones de tierras raras, un recurso clave para la industria tecnológica. En este contexto, que Microsoft (y otras empresas) busquen alternativas no es una sorpresa, sino casi una obligación. La pregunta es: ¿quién será el próximo en hacer las maletas?
No solo Microsoft: Apple también mira hacia Vietnam
La huida de China no es exclusiva de Microsoft. Apple, está lista para fabricar en Vietnam algunos de sus próximos dispositivos, como el centro de pantallas para hogares inteligentes, cámaras de seguridad interiores y hasta un «robot de mesa avanzado» del que aún se sabe poco. El mensaje lo que nos dice es que las empresas no quieren poner todos los huevos en la misma cesta, especialmente cuando esa cesta está en medio de un campo de batalla comercial. Vietnam, con su mano de obra competitiva y su ubicación estratégica, se está convirtiendo en el plan B (o incluso A) para muchas tecnológicas.
Lo curioso es que este éxodo no es nuevo. Llevamos años escuchando sobre la «deslocalización» de la producción, pero ahora el ritmo se ha acelerado. Y no es solo por los aranceles o las tensiones geopolíticas, sino por algo más práctico: diversificar riesgos. Si algo nos ha enseñado la pandemia (y ahora esta guerra comercial) es que depender de un solo país para fabricar tus productos es como jugar a la ruleta rusa. Microsoft y Apple no son las primeras en moverse, pero sí de las más visibles. Y donde van ellas, es probable que otras sigan. El mapa de la producción tecnológica está cambiando, y Asia ya no es sinónimo único de «Made in China».
Para China, la fuga de empresas como Microsoft o Apple no es una buena noticia. Durante décadas, el país se ha beneficiado de ser «la fábrica del mundo», atrayendo inversión extranjera y creando un ecosistema industrial difícil de igualar. Pero ahora, con aranceles disparados, restricciones de exportación y tensiones políticas, ese modelo se resquebraja. Países como Vietnam, India o incluso México están aprovechando para posicionarse como alternativas viables. Eso sí, China no va a desaparecer del mapa: sigue teniendo una infraestructura logística y una capacidad de producción que pocos pueden igualar. Pero el pastel se está repartiendo, y su porción ya no es tan grande.