Mientras Sony y Microsoft se rinden a los aranceles y le clavan un tijeretazo al bolsillo de los jugadores con subidas de precio en sus consolas, Nintendo hace oídos sordos al ruido. Shuntaro Furukawa, el big boss de la Gran N, lo ha dejado claro en el último informe de resultados: la Switch 2 mantiene su precio, al menos hasta que el mundo se ponga patas arriba. No es un capricho, sino una jugada calculada. La compañía aprieta números, recorta costes en producción y confía en que la economía de escala —ese truco de fabricar en masa para abaratar— le permita esquivar el golpe de los componentes más caros.
A menos que nos caiga un meteorito en forma de nuevo arancel o crisis global, aguantamos.
Pero ojo, que esto no es un «nos cruzamos de brazos». Nintendo mueve fichas en silencio: por un lado, la Switch 2 vende como churros entre los que ya tenían la primera versión —sin distinciones entre early adopters y rezagados—, y por otro, la compañía no piensa quedarse ahí. Furukawa suelta con naturalidad que, aunque el core de compradores son los fieles a la marca, quieren pescar nuevos incautos (perdón, jugadores).
Mario Kart, el eterno imbatible (y Miyamoto lo sabe)
Si hay algo que Nintendo tiene más claro que el agua es que Mario Kart es su gallina de los huevos de oro. Y no es un decir, Shigeru Miyamoto, el padre creativo de la compañía, lo ha soltado sin filtros el último informe de resultados. ¿Que si algún juego de Switch 2 podría destronar al rey de las carreras? «Podemos probar mil locuras —que lo hacemos—, pero dudo que pase«, confiesa entre risas. La franquicia no solo aguanta tipo generación tras generación, sino que sigue imprimiendo billetes como si fuera 1992. Eso sí, Miyamoto deja caer un detalle jugoso: aunque algún título lograra superarla (improbable, pero no imposible), Mario Kart seguiría ahí, selling like hot cakes, como quien dice. Porque en Nintendo no creen en reemplazar, sino en sumar.
La estrategia es clara: no tocar lo que funciona, pero sin dormirse en los laureles. La Switch 2 avanza con paso firme, los jugadores de siempre responden, y los de nueva hornada empiezan a picar el anzuelo. Mientras, Furukawa y Miyamoto juegan al ajedrez con los costes, los precios y el catálogo, decididos a que esta vez la magia de Nintendo no se pague con sobreprecios. Al menos, por ahora.


